martes, 6 de diciembre de 2011

Que luego, no vengan llorando...

Ahora ya, que ha pasado la resaca de las elecciones generales y que ya los comentarios al respecto, no se basan en datos electorales y en quién pierde o quién gana, vamos a ver si en verdad, lo que ha ocurrido, tendrá un final satisfactorio.
La "supuesta" izquierda, llámese PSOE o como la queramos nombrar, pues la auténtica izquierda desapareció, en el momento que los políticos vendieron su alma a los poderes económicos y no a los sociales. Esta elección política, resulta que ha sufrido un desplome abrumador, un desplome con una pérdida de dos millones de votos, que se dice pronto. Pero, lo peor es, que todos esos electores, votantes de compromiso en las pasadas elecciones, al llegar la crisis y seguramente sufrir sus duras consecuencias, no solo arrastrados por la corriente de cambio, miedo y de pesimismo, en lugar de buscar una solución más acorde con sus ideales, aunque fuese una opción claramente minoritaria, han confiado en un ficticio cambio radical, para levantar este país (es para partirse de risa), han dado su voto al lado, digamos, más conservador de este país, el PP y no solo contentos con eso, se les ha otorgado la mayoría absoluta parlamentaria, lo cual, les va a permitir poder dirigir el país a su antojo, crear nuevas leyes e impuestos, quieras o no, les hayas votado o no, eso es lo peor para todos nosotros.
Bueno, pues ya se empiezan a vislumbrar, todos los recortes, eliminaciones de nuestros derechos y demás abusos que van a querer llevar a cabo y que van a poner, seguro, las calles llenas de pancartas, de manifestaciones y demás protestas. Cuando los que no tienen, no reciban ayudas de ningún tipo, cuando los que tienen, reciban ayudas de todo tipo, cuando tengas que pagar por tu salud, cuando los despidos sean gratis, cuando se reprima la libertad de expresión, de elección sexual, de religión, cuando la crispación sea un sentimiento extendido, tendremos que recordar cuando el país se dejó llevar por el miedo y les dejamos hacer a su antojo. Todos los que les dieron la capacidad, que luego no se arrastren como reptiles.

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